lunes, 30 de marzo de 2009

Servicio de Maternidad

Ya son las cuatro de la tarde y luego que la lección teórica haya terminado, será el momento de comenzar con la observación etnográfica solicitada por mis profesoras.
Comienzo a caminar en dirección el hospital, vigilo a mi alrededor y veo transitar vehículos que llevan sillas de ruedas para los convalecientes, y otros que circulan a gran velocidad, llevando a algún enfermo o tal vez un herido.
Al hallarme con este gran edificio, diviso inscripciones que indican las distintas dependencias de este lugar y me encamino hacia el servicio de la maternidad. Me deslizo por los pasillos y en este recorrido observo a jóvenes escribiendo en sus cuadernos y mirando a su entorno, obviamente hacen lo mismo que yo, decriben. Advierto también a varones sentados en las sillas de la sala de espera, notablemente atentos y expentantes al abrir y cerrar de las mamparas de la consulta.
Reparo en una mujer que habla por teléfono con un familiar, detallando la situacion de la muchacha a la cual visita: "Está con contracciones múltiples, trata de llegar luego a la casa..."
Me siento en el fondo de un pasillo y miro las ventanas, todas ellas envueltas con telones oscuros, tratando de dar toda la privacidad que se puede brindar dentro de un recinto tan público como lo es un hospital, donde en todo momento puedes distinguir el ir y venir de distintos personajes: auxiliares, enfermeros, médicos y pacientes.
Observo deambular a parejas y mujeres solas que van a enfrentar lo que tal vez es su primera cita para encontrarse con el nuevo habitante de sus cuerpos, aquel ser indefenso que se aferra a la vida a través de su madre, el único puente que mantiene su esperanza de poder conocer esta sociedad.
Prosigo mi marcha y me encuentro con un lugar que tiene un letrero colgado en su puerta, que dice: "NEONATOLOGÍA", entro en aquella habitación, esperando ver a algun bebé en los brazos de su madre, buscando resguardo, pero grande es mi sorpresa al encontrar una pareja de ancianos sentados y esperando, posiblemente porder conocer a su nieto o nieta.
También coincido con unas mujeres, obstetras sin duda alguna, que visten atuendos con toques pueriles: un delantal lleno de dibujos, ya sean estos de animales, corazones u otros motivos infantiles. Una de ellas conversa con una joven y le dice que su pequeño esta bien, que no debe preocuparse, que él es muy fuerte.
Al salir de ese cuarto, veo una mujer con el ceño fruncido, la cual camina junto a una adolescente con el rostro compungido, me atrevo a suponer que esta niña aloja a un ser dentro de su vientre, el cual no estaba planeado que viniese a este mundo en ese instante, tal vez aquel infante viene a causa de una noche de delirio o de amor sin protección.
Me devuelvo por los pasillos de este servicio público y miro las paredes de este lugar, todas ellas están atestadas de dedicatorias para los recién nacidos que comienzan su existencia en este hospital, algunos ejemplos dicen lo siguiente: "Hoy 12 de Nov. a las 18:00 hrs. nació mi lindo sobrinito COTITO", otro: "Aqui nació mi hijo Johan Rodriguez Elgueta 2/1/2008 hora 21:18- TUPPER", entre muchas más.
Esas murallas son las testigos que guardan silencio, pero a la vez, revelan a los que transitan por estos corredores lo importante y especial que es para el entorno familiar, la bendición de la llegada de un angelito para compartir sus vidas junto a él.
Lo que estas palabras transmiten son el amor y las ansias que tenian aquellos actores, que escriben el guión de su alegría, de conocer y recibir al nuevo integrante que llegaría a llenar su corazón. Lo que me demuestran es que deseaban compartir con el resto del mundo su regocijo, aunque nadie los conociera.
Luego de aquella caminata por este recinto hospitalario, me doy cuenta de lo importante que es tener lugares como este. También con este ejercicio me percato que el servicio de maternidad de un recinto público es muy característico, ya sea por las personalidades que desfilan, los prefesionales que allí trabajan o por los decorados de sus instalaciones.

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